lunes, 13 de octubre de 2008

Ludwig van Beethoben

Nació en Bonn, 16 de diciembre de 1770Viena, 26 de marzo de 1827 fue un compositor y pianista alemán. Su legado musical se extendió, cronológicamente, desde el período clásico hasta inicios del romanticismo musical.
Considerado el último gran representante del
clasicismo vienés (después de Gluck, Haydn y Mozart), Beethoven consiguió hacer trascender a la música del romanticismo, motivando a la influencia de la misma en una diversidad de obras musicales a lo largo del siglo XIX. Su arte se expresó en numerosos géneros, y aunque las sinfonías fueron la fuente principal de su popularidad internacional, su impacto resultó ser mayormente significativo en sus obras para piano y música de cámara.
El padre de Beethoven, quien a los siete años daba conciertos, quería que su hijo siguiera la trayectoria de Mozart y se convirtiera en
músico, al igual que él. Con la intención de convertirlo en un nuevo niño prodigio, comenzó a enseñarle piano, órgano y clarinete a temprana edad. La tragedia de su prematura sordera le causó un enorme desánimo, sin embargo lo anterior no imposibilitó su habilidad para crear nuevas composiciones. A principios del siglo XX, el escritor Romain Rolland describió la vida de Beethoven en la afirmación, "...logró hacerse notable entre los grandes músicos. Su ejemplo es la más heroica resistencia del arte moderno."
Éxito y sufrimiento (1802-1824)
Muy pronto Beethoven dejó de necesitar de los conciertos y recitales de los salones de la corte para sobrevivir. Los editores se disputaban sus obras; además, la aristocracia austriaca, quizás avergonzada por la muerte de Wolfgang Amadeus Mozart en la pobreza, le asignó una pensión anual. Mientras, por un lado, había resuelto sus necesidades económicas, por otro lado vivía asustado por la pérdida de sus capacidades auditivas; debido a ello se entregó a una febril actividad creadora, a la par de sus penalidades personales producidas por dos desengaños amorosos.
Beethoven no llegó a casarse nunca. Se le atribuyen varios romances, sobre todo entre damas de la nobleza. Quizá el gran amor de su vida fue
Antonie von Birkenstock, casada con el banquero alemán Franz Brentano y sobrina del poeta alemán Thomas Von Bullemore quien más tarde le acompañaría con la lírica de su única ópera, Fidelio. Luego todo terminaría mal, rompería con Antonie y por consiguiente su amistad con Thomas. Ya a los 26 años empezó a notar los síntomas de una sordera que más adelante sería total. A pesar de ello siguió componiendo, y las últimas obras fueron terminadas cuando ya se había quedado completamente sordo. Cuando Viena se enteró de su mal, el compositor recibió un golpe en su orgullo y en su situación financiera: los aristócratas no confiarían sus hijas a un sujeto huraño y, además, sordo.
La tragedia de su prematura
sordera le causó un enorme desánimo (“qué gran humillación experimentaba cuando alguien estaba a mi lado oyendo desde lejos la flauta mientras yo, por el contrario, no podía oír nada… tales situaciones me llevaron al borde de la desesperación y faltó muy poco para que acabara con mi vida. Sólo la fuerza del arte me retuvo") agravado por la muerte de su hermano y su decisión de acoger a su sobrino en contra de la voluntad de su cuñada. En los años comprendidos entre 1810 y 1820 dedicó gran parte de sus energías y su tiempo a la batalla legal para ganar la custodia de su sobrino Karl; esfuerzo que le supuso dejar prácticamente de componer (a pesar de lo cuál cosechó sus dos mayores "éxitos" en esta época). En el testamento del hermano se le establecía a él como tutor de Karl, pero en el lecho de muerte a petición de la cuñada, se estableció una tutoría conjunta. Ludwig, quién aborrecía a su cuñada, tuvo que llevar su causa ante la justicia. Los tribunales ordinarios (recuérdese que su van no era indicativo de nobleza) no le conocían y le costaba hacer valer sus influencias. Además, la relación con su hijo adoptivo no era excelente: constantemente tenía que encontrarle nuevos tutores, ya que tenía conflictos con ellos; y éste escapaba con su madre y peleaba constantemente con el tío.
Sus apariciones en público eran cada vez más infrecuentes. El
22 de diciembre de 1808 Beethoven dio uno de sus últimos conciertos en vivo, una maratónica jornada que incluyó el estreno de la Fantasía para piano, orquesta y coro Op. 80, la Quinta y la Sexta sinfonías, el Concierto para piano nº 4 Op. 58, el aria Ah, perfido! y tres movimientos de la Misa en Do mayor Op. 86. El último concierto público de Beethoven parece ser el 11 de abril de 1814,[5] y consistió en el estreno del Trío Op. 97, junto al violinista Ignaz Schuppanzigh y el cellista Joseph Lincke.[6] De esta ejecución el compositor y violinista Ludwig Spohr escribió: "En los pasajes en forte el pobre hombre sordo aporreaba sobre las teclas haciendo que las cuerdas sonaran distorsionadas y en los pianos tocaba tan suave que grupos enteros de notas fueron omitidas."[7]
La preocupación por el dinero, que acompañó a Beethoven desde los días de la infancia en que tuvo que proveer para la familia, le ocupa en este periodo como nunca. Los editores no pueden confiar en él, pues no cumple sus promesas de exclusividad y quiere constantemente más dinero por sus obras. Según su biógrafo,
Emil Ludwig, de este periodo no hay ni una sola carta en la que no se trate, al menos tangencialmente, de problemas de dinero.
Al vencer en los tribunales con el caso de la custodia, se dedicó a su formación musical de Karl con falsas esperanzas.
En
1813 compuso su obra orquestal La Batalla de Vitoria o Sinfonía de la batalla en homenaje a la victoria sobre los ejércitos napoleónicos en Vitoria. Esta obra alcanzó gran popularidad y, además de volver verdaderamente famoso al compositor, le procuró grandes ingresos. Sin embargo, él mismo la calificó como "basura" (no diría algo así de ninguna otra obra suya) y hoy está completamente olvidada.
Después de
1815, Bonaparte es definitivamente derrotado y el canciller austriaco Metternich instaura un régimen policíaco para impedir rebrotes revolucionarios. Beethoven fue una voz crítica del régimen. En esta época su nombre era muy respetado en el Imperio y en Europa Occidental, sobre todo en Inglaterra, en parte gracias al éxito de La victoria de Wellington. Pero el ascenso de Rossini y la ópera italiana lo colocó en segundo plano.
Obras
En su prolífica trayectoria musical, Beethoven dejó para la posteridad un importante legado: nueve sinfonías, una ópera, dos misas, tres cantatas, treinta y dos sonatas para piano, cinco conciertos para piano, un concierto para violín, un triple concierto para violín, violonchelo, piano y orquesta, dieciséis cuartetos de cuerda, una gran fuga para cuarteto de cuerdas, diez sonatas para violín y piano, cinco sonatas para violonchelo y piano e innumerables oberturas, obras de cámara, series de variaciones, arreglos de canciones populares y bagatelas para piano.
Mejor Sinfonía
Dos años más tarde, Beethoven rompe todos los moldes clásicos con su
Tercera Sinfonía en mi bemol mayor (Op. 55). Esta sinfonía contiene una de las anécdotas más interesantes de su vida: admirador de Napoleón, el músico de Bonn le consideraba un liberador de los privilegios de las coronas europeas, por lo que fue bautizada originalmente "Bonaparte". Sin embargo, al enterarse de la coronación de Napoleón como Emperador, Beethoven tachó el encabezado y lo cambió por el nombre definitivo: Sinfonia eroica, composta per festeggiare il sovvenire d'un grand'uomo (Sinfonía Heroica, compuesta para festejar el recuerdo de un gran hombre). Esta sinfonía dura dos veces más que cualquier otra de la época, la orquesta es más grande y los sonidos son claramente anunciadores del Romanticismo. La obra se compone de un primer movimiento (Allegro con brío) de una duración aproximada de 20 minutos: hasta esa fecha no se había compuesto un movimiento sinfónico tan extenso. Del II movimiento, una "Marcha fúnebre" (Adagio assai), se ha dicho que al enterarse de la muerte de Napoleón, Beethoven comentó "Yo ya escribí música para este triste hecho". El III movimiento es un agitado Scherzo (Allegro vivace), en el que se recrea una escena de caza; destaca el uso de las trompas. El Finale (Allegro molto) evoca una escena de danza y es apoteósico, con una gran exigencia de virtuosismo para la orquesta.



Además Beethoven logró dejar:


Oberturas.
Sonatas para piano.
Sonatas para piano y violín.
Ópera y música vocal.
Cuartetos de cuerda.

Mike Orellana López

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Tipos de Arte Digital

El Arte Digital es una disciplina creativa que comprende obras en las que se utilizan elementos digitales en el proceso de producción y/o en su exhibición.
En sus inicios, al contrario del resto de las obras artísticas que se manifestaban sobre un soporte analógico:(lienzo, instrumento musical, material escultórico…) las obras de arte digital se manifiestan mediante soportes digitales o al menos tecnológicamente avanzados.
A modo de ejemplo, el arte digital puede apreciarse en diversos ámbitos como el cine (El los anillos), animación 3D (Shrek), etc.

Generación de realidades
Uno de los puntos fuertes del arte digital es su capacidad para crear mundos alternativos, auque no físicos, como forma de expresión (al igual que otras ramas artísticas), pero con una realidad excepcional. Para ello se emplean técnicas diversas, como el modelado 3D, la programación de la física del entorno y los comportamientos de los objetos de ese entorno 3D.
Interactividad
La interactividad es uno de los puntos principales de muchas obras de Arte Digital, auque no es obligatorio. Si bien las obras interactivas no digitales han tenido representantes durante el siglo pasado, no es hasta 1980, que esta técnica expresiva se populariza.
El Arte Interactivo va ligado al arte digital; pero no son dependientes el uno del otro. Una de las ventajas de la interactividad con medios digitales es que permite una interfaz “ergológica” de comunicación con la obra. Permite, por ejemplo interactuar con un video mediante el movimiento del cuerpo captado por sensores y aplicarlo a pantalla que estamos viendo en el tiempo real. Vale aclarar que la interactividad es un proceso diferente a la interacción.
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Fernando Bellido Arcas